lunes, 31 de mayo de 2010

La risa tiene poderes meditativos y poderes medicinales...




La risa tiene poderes meditativos y poderes medicinales

Ciertamente, cambia tu química, cambia tus ondas cerebrales, cambia tu inteligencia; te vuelves más inteligente. Las partes de tu mente que habían estado durmiendo, de repente se despiertan.


La risa llega hasta lo más profundo de tu cerebro, de tu corazón.


Un hombre de risa no puede sufrir un ataque al corazón. No es posible que un hombre de risa se suicide. Un hombre de risa llega automá­ticamente a conocer el mundo del silencio, porque cuando la risa cesa, súbitamente hay silencio. Y cada vez que la risa se hace más profunda es seguida de un silencio más profundo

 
Ciertamente te aclara -de las tradiciones, de la basura del pasado-. Te da una nueva visión de la vida. Te vuelve más vivo y radiante, más creativo.


La risa saca una porción de tus energías desde tu fuente interior hasta la superficie. La energía comienza a fluir, sigue a la risa como una sombra. ¿Lo has observado?: cuando te ríes de verdad, durante esos pocos momentos estás en un profundo estado meditativo. 

El pensamiento se detiene. Es imposible reír y pensar a la vez. Son cosas diametralmente opuestas: o puedes reír o puedes pensar. Si te ríes de verdad, el pensamiento se detiene. Si todavía estás pensando, es que la risa es sólo así-asá, es sólo así-asá, viene como rezagada. 


Será una risa coja



Cuando te ríes de verdad, de repente la mente desaparece. Y toda la metodología zen consiste en alcanzar la no-mente; la risa es una de las puertas más hermosas para lograrlo.


En unos pocos monasterios zen todo monje ha de iniciar la mañana riendo y ha de concluir la noche riendo: ¡lo primero y lo último! 



¡¡¡¡   Inténtalo !!!!



Será difícil; si eres un marido o una esposa te será difícil ponerte a reír de repente por la mañana temprano. Pero inténtalo, es muy provechoso. Es uno de los más hermosos talantes con que puede uno despertarse, con que puede uno levantarse de la cama.  Sin nin­guna razón!, porque no hay razón ninguna. Simplemente estás ahí otra vez, todavía vivo; es un milagro. Parece ridículo: ¿por qué estás vivo? Y el mundo está nuevamente ahí. Tu esposa todavía está roncando, y es la misma habitación y la misma casa.

En este mundo continuamente cambiante -que los hindúes llaman maya- al menos por una noche nada ha cambiado. Todo está ahí: puedes oír al lechero, y el tráfico ya circula, y los mismos ruidos... 



¡¡¡¡    Vale la pena reírse   !!!!



Un día ya no te levantarás por la mañana. Un día el lechero lla­mará a tu puerta, tu esposa estará roncando, pero tú no estarás ahí. Un día la muerte vendrá. Antes de que te tumbe, ríete a gusto; mientras haya tiempo



¡¡¡¡¡    Ríete a gusto   !!!! 








¡¡¡¡¡    Inténtalo   !!!!! 



Comienza y concluye tu jornada con risas y ya verás: poco a poco, entremedias de estas dos risas comenzará a haber más y más risa. Y cuanto más te conviertas en risa, más religioso serás.   

 
"Para celebrar sus bodas de oro, Saul y Sylvia Shulman deciden repetir lo mismo que hicieron en su luna de miel. Van al mismo hotel y se alojan en la misma habitación. Sylvia se pone el mismo perfume y el mismo camisón. Exactamente igual a como hizo la primera noche de la luna de miel, Saul se va al cuarto de baño y Sylvia le oye reírse... exactamente como ocurrió cincuenta años atrás. Así que cuando regresa, Sylvia dice:
-Cariño, es realmente hermoso: todo es igual. Puedo recor­darlo como si hubiera sido ayer. Hace cincuenta años te fuiste al cuarto de baño y te reíste de la misma manera. En ese entonces no me atreví a preguntarte, pero ahora, dime: ¿por qué te reíste?
-Bueno, es por lo siguiente, cariño -dice Saul-. Esa noche, hace cincuenta años, cuando fui a hacer pis mojé el techo. ¡Y esta noche me he mojado los pies!!!"

      
OSHO  



martes, 4 de mayo de 2010

"EL AMOR SÓLO PUEDE SER ESPONTÁNEO"-OSHO

El Mulla Nasrudin estaba enamorado de una mujer.
Era muy alta, y vivía muy lejos, casi a una milla de la parada del tranvía, de manera que Nasrudin acostumbraba acompañarla a su casa todas las noches.
Un día, tras unos cuantos minutos de camino, Nasrudin dijo:

-Dame un beso.
Pero era tan alta que él necesitaba un taburete para poder besarla. Así que miraron alrededor y vieron el taller de un herrero, abandonado. Encontraron allí un yunque, así que Nasrudin se subió en él, besó a la mujer y siguieron hacia la casa.
Después de media milla, Nasrudin dijo:
-Uno más, querida.
-No, ya te he dado un beso así que basta por esta noche
dijo la mujer.
-Entonces, ¿de qué me sirve llevar a cuestas este condenado yunque?
-preguntó Nasrudin.
Si llevas un lastre, tarde o temprano...

¿De qué sirve?
Si tu amor es únicamente un medio para otra cosa y no el fin, entonces puede ser un teatro, pero no puede convertirse en una existencia realmente significativa. Estás representando.
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Nasrudin le regaló una sortija de compromiso a esa mujer, era diamantes.

Ella la miró y dijo:
-Es preciosa, pero hay una impureza en el diamante.
-¿No has oído decir que el amor es ciego? -preguntó él.
La mujer dijo:
-Sí ..., lo he oído, y sé que el amor es ciego, pero no del todo.

¡Picardía! ¡Mente manipuladora!

Puedes representar la ceguera, pero...

¿Cómo puedes ser ciego de veras?

Puedes actuar, pero la actuación no puede convertirse en la vida. Y en el fondo no estás implicado en ello, y entonces empiezas a odiar.
El amor sólo puede ser espontáneo. No hay otra manera de llegar a él.

Sea lo que sea lo que diga Dale Carnegie, no hay otra manera de llegar a él. No puedes ser educado para el amor.
Si tratas de manipularlo, lo perderás para siempre.
Uno sólo tiene que esperar en actitud de plegaria.
Al niño hay que darle libertad para que un día nazca el amor.

Pero son indispensables una madre muy valiente y un padre muy valiente. Por eso siempre digo que ser madre es una de las cosas más difíciles del mundo. Se puede dar a luz un hijo, pero para ser madre o ser padre, pocos están capacitados, porque una madre debe saber dar al niño toda la libertad de forma amorosa; sólo así surgirá en su hijo el amor espontáneo.

OSHO