He oído:
El Mulla Nasrudin paró a un banquero que salía de su oficina y dijo:
-¿Qué tienes dos annas para una taza de café?
El Mulla Nasrudin paró a un banquero que salía de su oficina y dijo:
-¿Qué tienes dos annas para una taza de café?
El Mulla parecía tan afligido, tan triste, que el hombre lo sintió por él y dijo:
-Ten una rupia. Cógela y tómate ocho tazas de café.
Así que el Mulla se marchó.
Al día siguiente allí estaba de nuevo, en la escalera de la oficina, y cuando salió el banquero, le dio un puñetazo en la nariz.
El hombre dijo:
-¡Eh!
¿Qué estás haciendo?
¿Me haces esto después de darte una rupia ayer?
¿Qué tipo de agradecimiento es éste?
El Mulla dijo:
-Tú y tus asquerosas ocho tazas de café.
Le golpeó de nuevo en la nariz y dijo-:
-Me tuvieron despierto toda la noche!
Nadie le dijo:
Nadie le dijo:
«Ve y toma ocho tazas de café ahora mismo».
Ni siquiera tomes un buda con semejante dosis, te mantendrá despierto toda la noche, y querrás darme un puñetazo en la nariz.
Sé comprensivo, sensitivo. Avanza de acuerdo con tu comprensión, con tus posibilidades, con tu capacidad.
Mira siempre la sombra del látigo y avanza a la par que ella. Mantente más alerta, más y más alerta, de lo contrario hasta la religión puede ser un veneno; de lo contrario puedes caer en el infierno por culpa de un buda.
Buda no es la certeza, no es una garantía.
A la larga, tu propia consciencia... Si eres consciente, poco a poco te darás cuenta de que cada vez llegan menos pensamientos a la mente.
El viejo cubo se rompe. El agua se derrama. No refleja la luna, y sólo cuando el reflejo se ha ido puedes mirar el cielo, la luna real.
Ni agua, ni luna.
Basta por hoy.
OSHO