La niebla londinense envolvía las orillas del río Támesis, y un joven vagabundo se dispuso a pasar la noche en el malecón. De repente lo despertó un ruido: una mujer guapísima que descendía de un Rolls Royce.
Poco después, la señora fue silenciosamente a la zona de servicio, vestida solamente con un salto de cama. Llamó a la puerta de la habitación, entró, y, al ver que estaba la luz encendida, le preguntó al joven vagabundo por qué no estaba durmiendo.
—No. Su mayordomo me ha servido una cena principesca —contestó el vagabundo.
—¿A lo mejor no le parece cómoda la cama? —insistió la mujer.
De modo que no te preocupes. Todos los sueños se desvanecen, y lo real se mantiene.
Osho
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