martes, 7 de octubre de 2008

Todos los sueños se desvanecen , y lo real se mantiene!


La niebla londinense envolvía las orillas del río Támesis, y un joven vagabundo se dispuso a pasar la noche en el malecón. De repente lo despertó un ruido: una mujer guapísima que descendía de un Rolls Royce.


—¡Ay, pobrecillo! —exclamó—. Debe de estar muerto de frío. Vamos a mi casa, y se puede quedar allí esta noche.

Naturalmente, el vagabundo se subió al coche y se sentó al lado de la mujer. Al cabo de poco rato llegaron a una gran mansión. Abrió la puerta un mayordomo, y la mujer le ordenó que le diera de comer al vagabundo, que le preparase un baño caliente y una cama en las habitaciones del servicio.
Poco después, la señora fue silenciosamente a la zona de servicio, vestida solamente con un salto de cama. Llamó a la puerta de la habitación, entró, y, al ver que estaba la luz encendida, le preguntó al joven vagabundo por qué no estaba durmiendo.


—¿Seguro que no tiene hambre? —le preguntó toda inocente.

—No. Su mayordomo me ha servido una cena principesca —contestó el vagabundo.


—¿A lo mejor no le parece cómoda la cama? —insistió la mujer.


—Es estupenda, muy blanda —contestó el vagabundo.

—A lo mejor es que necesita un poco de compañía. A ver, hágame sitio —dijo la mujer.

El joven estaba encantado. Hizo un poco de sitio y cayó al río Támesis.


De modo que no te preocupes. Todos los sueños se desvanecen, y lo real se mantiene.

Osho

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