jueves, 30 de julio de 2009

Si un marciano viniera a la Tierra, particularmente a India, no vería a nadie haciendo el amor


Una vez una pareja llegó a Marte, y, evidentemente, su principal preocupación fue descubrir cómo... porque eran incapaces de averiguar cómo hacía el amor allí la gente. Lo intentaron de todas las maneras, hicieron todo lo que hacían en la Tierra para averiguar sobre las aventuras amorosas de la gente, les espiaron, pero no pudieron averiguar nada.


Al final, se lo preguntaron muy educadamente a una pareja marciana:


—Somos de la Tierra y estamos haciendo un viaje de investigación.


Nos gustaría saber cómo hacéis el amor.


Ellos contestaron:


—Es muy simple.


Y abriendo la nevera, sacaron dos frascos y empezaron a mezclar sus ingredientes en un tercera botellita. La agitaron bien y volvieron a colocar aquel frasquito en la nevera.


La pareja que preguntaba cómo hacían el amor, no vio en ello ningún indicio de “hacer el amor” y les dijeron:


—¿Qué hacéis? ¿Estáis preparando café?


Ellos contestaron:


—No. Dentro de nueve meses en este frasco aparecerá un nuevo niño. Hemos mezclado los ingredientes necesarios. Así es cómo nos reproducimos.


La pareja terrestre empezó a reírse. Y dijeron:


—Una cosa más... ¿cómo hacéis café?


Entonces los dos se desnudaron ¡y empezaron a hacer el amor!


La pareja de la Tierra empezó a reír histéricamente casi sin creer lo que veían. ¡Estaban preparando el café!


Los marcianos les preguntaron:


—¿De qué os reís? ¿Por qué os reís?


Ellos les dijeron:


—Porque ésta es la manera como nos reproducimos... ¡y vosotros hacéis café! ¡De modo que éste es el café que nos servisteis esta mañana!



El hombre ha estado tratando de encontrar una manera científica de reproducirse para que todo pueda ser mecánico.


Entonces, incluso el amor dejará de ser algo privado.


Las iglesias, las universidades, se han apoderado ya de la sabiduría; el amor es todavía un asunto privado.


Obviamente, la sociedad lo domina casi en un 99 por 100 a través del matrimonio, a través de todo tipo de leyes, a través de todo tipo de contratos legales, pero en un 1 por 100 sigue siendo un asunto privado.


Lo cual no alegra mucho a la sociedad. También ha de echarle mano a eso: también tu amor te ha de ser arrebatado.


Hace tiempo que te han arrebatado la sabiduría y ahora quieren quitarte el amor. Entonces te verás reducido a ser una máquina, una servil máquina, un esclavo.

Entonces repetirás sólo clichés.


OSHO


viernes, 10 de julio de 2009

Tu matrimonio, tu mal llamado amor, es un negocio; no es amor.

He oído que…


Un hombre detuvo su automóvil en la profundidad del bosque y empezó a mostrarse muy cariñoso con la mujer que estaba sentada a su lado.

Pero la mujer le dijo:


“Para. En realidad no sabes quién soy. Soy una prostituta, y mi precio son cincuenta dólares”.


El hombre le dio cincuenta dólares a la mujer e hizo el amor con ella. Cuando acabó se quedó sentado en silencio al volante sin moverse.


La mujer preguntó:


“¿Bueno, y ahora a qué esperas? Se está haciendo tarde y quiero regresar a casa”.


Y el hombre dijo:


“Lo siendo, pero tengo que decírtelo. Soy taxista… y la tarifa de regreso son cincuenta dólares”.


Esto es lo que ocurre en tus relaciones amorosas: unos son prostitutas y otros taxistas.


Es un negocio, es esto por aquello. Es un conflicto continuo. Es por eso que las parejas se pelean continuamente.


No pueden separarse el uno del otro; aunque sigan peleándose no se pueden separar.


De hecho ese es el motivo por el que se pelean: para que ninguno se separe.


No pueden sentirse cómodos porque si se sienten cómodos estarán perdidos y el otro explotará aún más: esa es toda su base.


Una vez que te das cuenta entiendes toda la miseria del matrimonio.


Uno se pregunta por qué la gente no se separa si no es feliz con el otro.

¡No se pueden separar!


No pueden vivir juntos ni tampoco separados.


De hecho, la misma idea de la separación crea el conflicto.


Se mutilan el uno al otro para que el otro no pueda escapar, aunque él o ella quieran escaparse.


Cargan al otro con tales responsabilidades, tales moralidades, que aunque sea el otro el que se separe, él o ella se sentirá culpable; le dolerá en su propia consciencia, le escocerá y sentirá que ha hecho algo malo.


Y juntos, lo único que hacen es pelear. Juntos, lo único que hacen es regatear el precio.



Osho