Para celebrar su cuadragésimo aniversario, Seymour y Rose volvieron a la habitación de la segunda planta del hotel en la que habían pasado la luna de miel.
-Como esa primera noche, nos desnudamos, nos ponemos en rincones opuestos de la habitación, apagamos la luz y corremos a abrazarnos.
Se desnudaron, se pusieron en rincones opuestos, apagaron la luz y corrieron a abrazarse. Pero su sentido de la dirección se había embotado tras cuarenta años; Seymour pasó junto a Rose y se cayó por la ventana.
-Como esa primera noche, nos desnudamos, nos ponemos en rincones opuestos de la habitación, apagamos la luz y corremos a abrazarnos.
Se desnudaron, se pusieron en rincones opuestos, apagaron la luz y corrieron a abrazarse. Pero su sentido de la dirección se había embotado tras cuarenta años; Seymour pasó junto a Rose y se cayó por la ventana.
Aterrizó en el jardín, aturdido.
Dio unos golpecitos en la ventana del vestíbulo para llamar la atención del recepcionista.
-Me he caído. Quiero volver a mi habitación pero estoy desnudo.
-No se preocupe -dijo el recepcionista-. No va a verlo nadie.
-¿Se ha vuelto loco?
¡Tengo que pasar por el vestíbulo y voy desnudo!
-No va a verlo nadie -insistió el recepcionista-.
Está todo el mundo arriba intentando arrancar a una señora del tirador de una puerta.
¡Qué tonta es la gente!
¡Qué tonta es la gente!
No sólo los más jóvenes; cuanto más viejo, más tonto te pones. Cuanta más experiencia, parece que se acumula más estupidez en la vida.
Raramente ocurre que una persona empiece a observar su propia vida.
Observa en qué consiste tu sufrimiento, qué deseos lo causan y por qué sigues aferrado a esos deseos.
Observa en qué consiste tu sufrimiento, qué deseos lo causan y por qué sigues aferrado a esos deseos.
Y no es la primera vez que te aferras a esos deseos; siempre has vivido así, y no te ha llevado a ninguna parte.
Vas trazando círculos, y no logras crecer.
Sigues siendo infantil, estúpido.
Naces con la inteligencia para llegar a ser un Buda, pero la malgastas en cosas innecesarias.
OSHO