viernes, 19 de marzo de 2010

ARRIÉSGALO TODO POR SER NATURAL Y NO TENDRÁS LAS DE PERDER-OSHO


He oído contar que tres sacerdotes se dirigían hacia Pittsburgh. Llegaron a la ventanilla para comprar los billetes y la mujer que los vendía era extraordinariamente hermosa. Sus ropas eran casi inexistentes, tenía unos hermosos pechos y un escote en Ve. El más joven de los sacerdotes fue hasta la ventanilla, pero se le olvidó todo sobre el viaje: sólo veía dos bonitos pechos.
La mujer le preguntó:
-¿Qué puedo hacer por usted?
-Tres billetes para Tetasburg -dijo él.
La mujer se enfureció:
-¡Oiga, usted es un sacerdote! -dijo.
El segundo se aproximó y le echó a un lado. Le dijo a la mujer:
-No se enfade, él es nuevo, inmaduro. Haga el favor de darnos tres billetes para Tetasburg.
La mujer le miró,
¿Estos hombres están locos o qué?
-... Y recuerde una cosa: me gustaría que me diera el cambio en monedas de pezones y duros.
La mujer empezó a gritar y a chillar:
-¡Esto es demasiado!
Entonces, el sacerdote más viejo se acercó y le dijo:
-Hija mía, no se enfade. Estos hombres viven en un monasterio, no salen, no ven nada. Debería de ser un poco más comprensiva con ellos: han renunciado a la vida.
¡¡¡Cálmese!!!.
Bueno, necesitamos tres billetes para Tetasburg.
La mujer no se lo podía creer; ¡los tres parecían idiotas!
El viejo sacerdote dijo:
-Recuerde una cosa, se lo advierto: use ropas más convenientes para cubrir su hermoso cuerpo. De lo contrario, el día del Juicio Final San Dedo ¡le señalará con su Pedro!

Esa es la situación de la persona obsesa. Cuanto más niegas tu vida, más te obsesionas con ella.
Hasta ahora, no hemos permitido que el hombre viva una vida sin obsesiones.
Todas las religiones y los gobiernos están enfadados conmigo por la sencilla razón de que estoy a tu favor, a favor de tu libertad y de una vida sin obsesiones; una vida pura, que fluye naturalmente, dichosa, haciendo de toda la vida un paraíso.
No estamos buscando ningún paraíso en las nubes.
Si está ahí, lo alcanzaremos, pero primero tenemos que crear el paraíso aquí en la tierra, esa será nuestra preparación.
Si podemos vivir en un paraíso aquí en la tierra, entonces donde quiera que esté el paraíso es nuestro; nadie más puede reclamarlo;

¡No, al menos, esos sacerdotes, monjes y monjas!

Todas esas personas están destinadas al infierno, porque en la superficie son una cosa y en su interior son exactamente lo opuesto.

Trata de ser natural.
Arriésgalo todo por ser natural y no tendrás las de perder.

OSHO

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