A un viejo agricultor que araba sus tierras con un par de toros le preguntó un vecino por qué no trabajaba con bueyes.
—No quiero bueyes —contestó el agricultor—. Prefiero los toros.
—Pues si no quieres bueyes, ¿por qué no usas caballos? —insistió el vecino.
—¡No quiero caballos! —replicó el agricultor—. ¡Quiero toros!
—¿Y si usaras el tractor que acaba de comprar tu hijo? —intentó el vecino.
—Tampoco quiero tractores. Prefiero los toros —aseguró el agricultor.
—¿Y por qué solo quieres toros? —preguntó el vecino, ya sin saber qué decir.
—Porque no quiero que se piensen que todo en la vida es romance.
—No quiero bueyes —contestó el agricultor—. Prefiero los toros.
—Pues si no quieres bueyes, ¿por qué no usas caballos? —insistió el vecino.
—¡No quiero caballos! —replicó el agricultor—. ¡Quiero toros!
—¿Y si usaras el tractor que acaba de comprar tu hijo? —intentó el vecino.
—Tampoco quiero tractores. Prefiero los toros —aseguró el agricultor.
—¿Y por qué solo quieres toros? —preguntó el vecino, ya sin saber qué decir.
—Porque no quiero que se piensen que todo en la vida es romance.
Esa es la situación en la que naces, en la que te han condicionado. Nadie quiere que sepas que la vida es puro romanticismo. Y ese es mi delito, porque en eso consisten mis enseñanzas: en que la vida no es sino romanticismo.
Una pareja de recién casados fueron a Miami y se registraron en el hotel para pasar la luna de miel. No se los vio durante días, hasta la mañana del sexto, cuando entraron en el comedor a desayunar. Cuando se acercaba el camarero, la mujer le dijo a su marido:
—¿Sabes qué me gustaría, cariño?
Sí, lo sé —contestó el hombre cansinamente—. Pero alguna vez tenemos que comer.
De vez en cuando conviene desayunar, pero por lo demás la vida es un romance continuo. Y yo no solo os enseño el romance del cuerpo, que es muy vulgar; os enseño el romance del espíritu, que tiene principio pero no final.
Pero solo es posible si empiezas a ir hacia dentro.
Ir hacia dentro significa ir hacia Dios.
En ir hacia dentro está el secreto de toda la transformación alquímica de ser. Huir es sencillamente perder un tiempo sumamente valioso y una vida que podría haber sido un gran canto, una gran creatividad, una enorme fiesta de luz.
En ir hacia dentro está el secreto de toda la transformación alquímica de ser. Huir es sencillamente perder un tiempo sumamente valioso y una vida que podría haber sido un gran canto, una gran creatividad, una enorme fiesta de luz.
Cuanto más te alejes de ti mismo más oscura se hará tu vida, más desdichada, más cargada de ansiedad, más la condenarás y más la rechazarás. Y cuanto más te alejes más difícil te resultará encontrar el camino de vuelta.
Llevas muchas, muchas vidas, alejándote de ti mismo, pero si avanzas por un camino adecuado, de meditación, no has llegado demasiado lejos.
OSHO
No hay comentarios:
Publicar un comentario