Me estoy acordando de Mulla Nasrudin.
Un ladrón entró en su casa. Mulla estaba durmiendo, no de verdad, sólo con los ojos cerrados, medio abriéndolos y viendo lo que el ladrón estaba haciendo.
Pero él no creía que se debiera interferir en el trabajo de la gente.
El ladrón no estaba interfiriendo en su sueño,
¿por qué tenía él que interferir en su profesión?
¡Que hiciera lo que tuviera que hacer!
El ladrón estaba un poco inquieto porque ese hombre parecía raro. Mientras vaciaba la casa, a veces algo se le caía de las manos con estrépito, pero Mulla permanecía completamente dormido.
Una sospecha apareció en la mente del ladrón:
que esta clase de sueño sólo es posible si el hombre está despierto.
«¡Qué hombre tan extraño! No dice nada
¡Estoy vaciándole la casa entera!»
Todos los muebles estaban afuera, todas las almohadas estaban afuera, todo lo que había en la casa estaba fuera.
Y cuando el ladrón estaba recogiendo todo, atándolo para llevárselo a casa de repente sintió:
«Alguien me está siguiendo».
Miró hacia atrás; era el mismo hombre que estaba dormido.
El dijo, «¿Por qué me estás siguiendo?
Mulla respondió,
«No, yo no te sigo; estamos cambiando de casa.
Lo has cogido todo. ¿Qué voy a hacer en esta casa?
O sea que yo también voy contigo».
Este «irse por lo fácil» es el camino oriental; incluso con la muerte, Oriente se ha apegado a la idea solamente un cambio de casa.
El ladrón estaba preocupado, dijo:
«Perdóname, toma tus cosas».
Mulla dijo:
«No, no es necesario. También yo pensaba en cambiarme de casa, ésta está casi en ruinas. No se puede tener peor casa que ésta. Y, de todos modos, soy un hombre muy perezoso.
Necesito que alguien me cuide y tú te lo has llevado todo.
¿Por qué me dejas aquí?».
El ladrón se asustó había estado robando toda su vida, nunca se había cruzado con un hombre así. Dijo:
«Puedes coger tus cosas».
Mulla contestó:
«No, no cambiaremos nada. Tendrás que llevarte las cosas; en caso contrario, iré a la policía. Me estoy portando como un caballero, no te estoy llamando ladrón, solamente eres un hombre que me está ayudando a cambiar de casa».
No hay prisa, por tanto tu idea de una vida corta es una idea peligrosa. Por eso aunque Oriente sea muy pobre, no existe la deses-peración, no hay angustia. Occidente es rico, pero la riqueza no ha aportado nada a su espiritualidad ni a su crecimiento; todo lo contrario, Occidente se encuentra muy tenso. Tendría que estar más relajado; posee todas las comodidades de la vida.
Pero el problema fundamental es que, en lo más profundo, Occidente sabe que la vida es muy corta; estamos haciendo cola y a cada momento nos acercamos más a la muerte. Desde que nacemos, empezamos el viaje hacia la tumba. En cada momento la vida se acorta, se vuelve más y más corta. Esto crea una tensión, una angustia, una ansiedad. Todas las comodidades, todos los lujos, todas las riquezas, pierden el sentido, porque no puedes llevártelas al más allá contigo. Tendrás que ir hacia la muerte solo.
Oriente está relajado.
Primero :no da ninguna importancia a la muerte; es solamente un cambio de forma.
Segundo: por estar tan relajado te vuelves consciente de tus riquezas interiores, que se irán contigo incluso más allá de la vida.
La muerte no puede llevárselas.
OSHO