Ocurrió lo siguiente:
El mulá Nasrudín se cayó a un pozo negro y no podía salir.
Se puso a gritar:
«¡Fuego, fuego!», y al cabo de un par de horas aparecieron los bomberos.
-¡Aquí no hay ningún fuego! -exclamó el jefe de bomberos-. ¿Por qué ha gritado «fuego»?
-¿Y qué quería que gritase? -preguntó el mulá-. ¿Mierda?
El ego es de tal manera que incluso si está en el infierno no lo admitirá.
-¡Aquí no hay ningún fuego! -exclamó el jefe de bomberos-. ¿Por qué ha gritado «fuego»?
-¿Y qué quería que gritase? -preguntó el mulá-. ¿Mierda?
El ego es de tal manera que incluso si está en el infierno no lo admitirá.
Osho
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