Déjame contarte una anécdota:
Entre los alemanes, Berlín está considerada como la personificación de la brusquedad y la eficiencia prusianas, mientas que Viena es la esencia del encanto y la negligencia austriaca. Existe un relato sobre un berlinés que en su visita a Viena se perdió y necesitaba ayuda. ¿Qué hizo dicho berlinés? Agarró por la solapa al primer vienés que pasó y le gritó:
“La oficina de Correos. ¿Dónde está?”.
El vienés, sobresaltado, le apartó cuidadosamente la mano, se colocó la solapa y muy educadamente dijo:
“Señor, no hubiera sido más delicado acercarse a mí cortésmente haber dicho: “Señor, si tiene un momento y lo sabe, ¿podría decirme dónde está la oficina de Correos?”.
El berlinés, asombrado, lo miró fijamente un momento, refunfuñando a continuación:
“¡Preferiría seguir perdido!”, y se largó.
El mismo vienés también visitó Berlín ese año y resultó que ahora era él quien tenía que buscar la oficina de Correos. Acercándose a un Berlinés, le dijo educadamente:
“Señor, si dispone de un momento y lo sabe, ¿podría decirme dónde está la oficina de Correos?”.
Como una máquina, el berlinés contestó rápidamente:
“De frente, pasados dos bloques, gire a la derecha y, una casa más adelante, camine por la izquierda de las vías del tren y, dejando atrás el quiosco de periódicos, llegará al vestíbulo de Correos”.
El vienés, a pesar de estar más desconcertado que informado, murmuró:
“Mil gracias, muy amable, señor”, después de lo cual el berlinés lo agarró furiosamente por la solapa gritándole:
“Déjese de gracias y repita las instrucciones!”.
El berlinés es la mente masculina; el vienés la mente femenina. La mente femenina tiene el don de la gracia, la masculina tiene eficiencia. Y, desde luego, si a la larga hay una lucha constante, la gracia está destinada a ser derrotada –la mente eficiente vencerá porque el mundo comprende el lenguaje de las matemáticas no del amor. Pero en el momento en que la eficiencia vence a la gracia, has perdido algo tremendamente valioso: has perdido el contacto con tu propio ser. Serás más eficiente, pero dejarás de ser una persona auténtica. Te convertirás en una máquina, en algo semejante a un robot.
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