parece completamente ajeno a lo evidente, a lo que tiene cerca.
Tú eres lo más próximo a ti, y por eso lo pierdes de vista. Y no hay forma alguna de alejarte de ti mismo. Adondequiera que te llevemos, serás tú; no puedes separarte de ti mismo. Por tanto, no puedes decir: «Mi hermoso ser...».
Tendrás que aprender el arte de entrar en ti mismo. Tendrás que ser más subjetivo que objetivo. La subjetividad es la esencia del misticismo. Tendrás que empezar a mirar hacia dentro.
Eso es lo que llamamos meditación: no es sino mirar hacia dentro, para llegar al punto de la fuente misma de tu vida. Y una vez que hayas alcanzado tu fuente de la vida, no existirá el aburrimiento, y tu vida será una continua fiesta.
En otro caso, seas hombre o mujer, tu destino será el aburrimiento.
Becky Goldberg se sentía cada día más triste y sola, porque lo único que hacía Hymie, su marido, noche y día, era ver la televisión. Fue a una tienda a comprarse un animal de compañía.
—Si quiere un animal poco corriente, en esa jaula hay un pájaro matón enorme, que puede destruir cualquier cosa con el pico y las garras —le dijo el dueño de la tienda.
—¡Qué horror! —exclamó Becky.
—No se preocupe —replicó el hombre—. El pájaro matón es extraordinariamente educado y obediente. Solo destruye algo cuando se le da una orden, como por ejemplo: «Pájaro matón, la silla» o «Pájaro matón, la mesa». Entonces se pone en acción inmediatamente.
—¿Podría romper un televisor? —preguntó Becky.
—Claro que sí. Lo dejará reducido a chatarra en cuestión de segundos.
Así que Becky compró el pájaro matón y se lo llevó a casa. Naturalmente, Hymie estaba frente al televisor, y la mujer abrió la jaula.
Hymie alzó la vista y preguntó:
—¿Qué animalito has comprado, cariño?
—Un pájaro matón —contestó Becky, preparándose para dar la orden.
Hymie volvió a mirar el televisor y dijo:
—¿Cómo? ¡Un pájaro matón! ¡Mis cojones!
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