viernes, 16 de mayo de 2008

Esas historias no ayudan a nadie.

Érase una vez un osito polar que le preguntó a su madre:

—¿Papá también era un oso polar?

—Pues claro que tu padre era un oso polar.

—Pero mamá, dime una cosa: ¿el abuelo también era un oso polar? —añadió el osezno al cabo de un rato.

—Sí, también era un oso polar.

Pasa otro rato y el osezno pregunta:

—¿Y mi bisabuelo también era un oso polar?

—Sí, también. ¿Por qué me lo preguntas?

—Porque estoy muerto de frío.

Osho, me han dicho que mi padre era un oso polar, que mi abuelo también, pero estoy muerto de frío. ¿Cómo puedo cambiar esto?

Da la casualidad de que conozco a tu padre, y a tu abuelo, y también da la casualidad de que conozco a tus bisabuelos: todos se morían de frío. Y sus madres les contaron la misma historia, que tu padre era un oso polar, y tu abuelo, y también tu bisabuelo.

Si te mueres de frío, te mueres de frío y no hay más que hablar. Esas historias no ayudan a nadie. Solo sirven para confirmar que incluso los osos polares pasan frío. Hay que ver la realidad, no centrarse en las tradiciones ni volver al pasado. Si tienes frío, tienes frío y no hay más que hablar. Y el hecho de ser un oso polar no es ningún consuelo.

Esa es la clase de consuelo que se le ha ofrecido a la humanidad. Cuando estás a punto de morir, estás a punto de morir, y a alguien se le puede ocurrir decirte: «No tengas miedo, porque el alma es inmortal». Pero tú te estás muriendo.

Osho-"El Libro del Ego"

No hay comentarios:

Publicar un comentario