sábado, 10 de mayo de 2008

La gente normal y corriente se enfada de vez en cuando, y esa ira es fugaz, momentánea.

Después vuelven a reírse, vuelven a ser amables; las heridas no les duran mucho. Pero los llamados santos, con ésos, la ira es casi permanente. Simplemente están enfadados, y por nada especial. Han reprimido tanto la ira que simplemente están enfadados, en un estado permanente de furia. Se verá en sus ojos, se verá en su nariz, en su cara, en su modo de vida.

Lu Ting comía en un restaurante griego porque el dueño, Papadopoulos, preparaba un arroz frito realmente bueno. Iba todas las noches y pedía «aloz flito».

Al oírlo, Papadopoulos se moría de risa. A veces estaba con un par de amigos para que oyeran a Lu Ting pedir el «aloz flito». El chino se sintió tan herido en su orgullo que fue a una clase de fonética para aprender a pronunciar correctamente «arroz frito».

La siguiente vez que fue al restaurante dijo claramente:

-Arroz frito, por favor.

Sin dar crédito a lo que había oído, Papadopoulos preguntó:

-¿Qué ha dicho?

Lu Ting gritó:

-¡Lo has oído muy bien, gliego de mielda!

No hay mucha diferencia entre «aloz flito» y «gliego de mielda». Cierras una puerta e inmediatamente se abre otra. Así no se produce la transformación.

Osho- "Alegrìa"

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